domingo, 19 de julio de 2020


FALTOS DE IDEAS, RECURREN A LO MAS FACIL

Una vez más las Instituciones confinan a nuestros mayores sin tener en cuenta que llevan muchos meses sin poder salir de la residencias.

Consideramos no es de justicia que cuantas medidas se toman, vayan siempre en perjuicio de quienes más necesitan salir a dar un paseo  y tomar el aire. Si bien es cierto que el objetivo (nadie discute) es el de proteger a los más débiles, no es menos cierto que nuestros mayores si no mueren como consecuencia del COVID-19, terminarán muriendo recluidos en una habitación, llenos de pena.

Nos preguntamos si no podrían arbitrarse medidas que permitan sacar una hora al día a nuestros mayores, aún restringiendo al resto la ocupación de las calles, salvo en aquello que se considere esencial?... 

Claro está, lo más fácil es recluir a quienes ya están recluidos. Para esto no hay que pensar demasiado.

IRRESPONSABLES QUE MATAN




No podemos resignarnos a consentir que determinados jóvenes y algunos no tan jóvenes, sigan haciendo de sus prácticas una constante, a sabiendas que nuestros padres, abuelos y ancianos en general, sigan infectándose con el COVID-19

Si bien una parte de nuestros jóvenes no nos cabe duda son responsables, son muchos los que despreciando las normas establecidas para evitar los contagios, siguen practicando el botellón, la masificación en sus encuentros y las algaradas en nuestras ciudades y pueblos de España, fomentando con ello, el desprecio a nuestros mayores.

Las cifras sean las que sean, muestran las muchas personas con nombre y apellidos, que han fallecido y siguen muriendo en las residencias y fuera de ellas; algo que no nos podemos permitir como sociedad civilizada.

Está claro no hemos aprendido en estos meses, y la realidad aunque previsible, se impone. Muchos ancianos siguen su particular confinamiento en las residencias y domicilios, sin poder salir a respirar un poco de aire y/o poder ver a sus familiares más cercanos, resignados a permanecer en la soledad de una habitación, mientras esos jóvenes e insistimos, algunas personas no tan jóvenes, continúan con sus incívicas conductas.

El precio que todos y todas estamos pagando en muy, muy alto, y por ello apelamos a las autoridades, para que ejerzan medidas restrictivas dirigidas a estos colectivos insolidarios.

No resulta fácil digerir, ver las residencias como si fuesen cárceles, y justo al lado de ellas, grupos de jóvenes haciendo botellón, como es el caso de ARIZANABARRA-PRADO.